«En las últimas semanas, los especuladores han venido haciendo una guerra sin cuartel contra el dólar norteamericano. La fuerza de la moneda de una nación se basa en la fuerza de la economía de esa nación, y la economía norteamericana es con mucho la más fuerte del mundo. Por consiguiente, he dado instrucciones al Secretario de Hacienda para que tome las medidas necesarias con objeto de defender al dólar de los especuladores.
He pedido al Secretario Connally que suspenda temporalmente la convertibilidad del dólar en oro y otros activos de reserva, excepto en cantidades y condiciones que se determine sean en interés de la estabilidad monetaria y en defensa de los intereses de los EE.UU. El efecto de esta acción será estabilizar el dólar. También nos traerá enemigos entre los operadores de dinero internacionales, pero nuestro compromiso es con los trabajadores americanos y con una competencia mundial más justa. […] Los EEUU siempre han sido y seguirán siendo un socio comercial fiable.”
La historia contemporánea está marcada por decisiones económicas que han condicionado el equilibrio internacional. El texto objeto de análisis constituye un claro ejemplo de ello, por lo que, para su correcta comprensión, comenzaremos con su clasificación atendiendo a su naturaleza, autoría y contexto.
Nos hallamos ante un texto histórico-circunstancial de carácter político- económico, en forma de discurso institucional. Es una fuente primaria por proceder del propio actor histórico y reflejar una decisión gubernamental contemporánea a los hechos.
El texto corresponde a una intervención del presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, pronunciada en Washington en agosto de 1971 (en el contexto de las medidas conocidas como Nixon shock). La autoría es individual (Nixon, como autor inductor), aunque la ejecución se atribuye al Secretario del Tesoro, John Connally, citado explícitamente.
El destinatario es público y amplio: la ciudadanía estadounidense (legitimación interna) y, de forma implícita, los gobiernos y operadores económicos internacionales (efecto externo). Se trata, por tanto, de un documento público cuya finalidad es justificar una decisión monetaria de gran alcance.
La idea principal del texto es el anuncio de la suspensión temporal de la convertibilidad del dólar en oro y otros activos de reserva, medida destinada, según el presidente, a defender el dólar frente a la especulación y a garantizar la estabilidad monetaria. En términos históricos, este anuncio supone el golpe decisivo al sistema monetario surgido tras la Segunda Guerra Mundial, basado en la centralidad del dólar y su convertibilidad oficial en oro.
Como ideas secundarias destacan:
- Diagnóstico y culpabilización: Nixon atribuye la tensión sobre el dólar a una “guerra” de los especuladores, presentando a EE. UU. como víctima de presiones externas.
- Legitimación económica: afirma que la fortaleza de la moneda depende de la fortaleza económica y sostiene que la economía estadounidense es “la más fuerte del mundo”, reforzando la credibilidad del dólar.
- Medida ejecutiva y margen de discrecionalidad: encarga al Secretario del Tesoro aplicar la suspensión, pero deja abierta la posibilidad de convertir en condiciones “de interés” para EE. UU., subrayando la primacía del interés nacional.
- Justificación social y política: enmarca la decisión como defensa de los “trabajadores americanos” y de una “competencia mundial más justa”, anticipando tensiones comerciales y buscando apoyo interno.
- Mensaje exterior: pese a la ruptura, insiste en que EE. UU. seguirá siendo un socio comercial fiable, intentando contener el impacto diplomático y financiero.
Pero, ¿qué circunstancias explican que Estados Unidos, principal arquitecto del orden económico de posguerra, decidiera adoptar una medida tan drástica como la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro?
Tras la Segunda Guerra Mundial, el sistema monetario internacional quedó regulado por los acuerdos de Bretton Woods (1944), que establecieron un régimen de tipos de cambio fijos pero ajustables, anclado en la centralidad del dólar estadounidense, única moneda convertible en oro a un tipo fijo. Este sistema respondió a la necesidad de garantizar la estabilidad monetaria internacional y facilitar la reconstrucción económica, consolidando al mismo tiempo la hegemonía económica de Estados Unidos.
Sin embargo, el propio diseño del sistema incorporaba una contradicción estructural: mientras la economía mundial necesitaba una creciente cantidad de dólares para sostener el comercio y las reservas internacionales, la capacidad de Estados Unidos para respaldar esa emisión con oro era limitada. Durante los años cincuenta y, sobre todo, en los sesenta, esta tensión se intensificó progresivamente.
En primer lugar, el creciente déficit de la balanza de pagos estadounidense debilitó la confianza internacional en el dólar. El aumento del gasto público, vinculado tanto a los programas sociales internos como al esfuerzo militar exterior — especialmente la guerra de Vietnam—, favoreció una expansión monetaria que alimentó presiones inflacionistas. Paralelamente, la recuperación económica de Europa occidental y Japón redujo la ventaja competitiva estadounidense, incrementando la salida de capitales y el desequilibrio comercial.
En segundo lugar, varios países comenzaron a cuestionar la viabilidad real de la convertibilidad del dólar en oro, al percibir que las reservas auríferas estadounidenses no eran suficientes para respaldar la enorme masa de dólares en circulación. Esta desconfianza se tradujo en un aumento de las solicitudes de conversión, lo que aceleró la pérdida de oro de las reservas estadounidenses y agravó la inestabilidad del sistema.
Ante esta situación, la administración Nixon optó por una respuesta unilateral: la suspensión “temporal” de la convertibilidad del dólar en oro, anunciada en el discurso objeto de comentario. Aunque presentada como una medida defensiva frente a la especulación internacional, esta decisión implicaba, en la práctica, el abandono del pilar fundamental del sistema de Bretton Woods. El lenguaje empleado por Nixon — apelando a la defensa de los trabajadores estadounidenses y a la estabilidad monetaria— revela un claro intento de legitimación política interna, al tiempo que minimiza el impacto internacional de la decisión.
¿Fue realmente una medida provisional? La evolución posterior demuestra que no. La suspensión de la convertibilidad marcó un punto de no retorno: en los años siguientes se generalizó la adopción de tipos de cambio flexibles, y el sistema monetario internacional entró en una fase de mayor volatilidad, caracterizada por la creciente importancia de los mercados financieros y la progresiva desvinculación de las monedas respecto a activos materiales como el oro.
Las consecuencias de esta decisión fueron profundas. A corto plazo, se puso fin al sistema monetario surgido tras la Segunda Guerra Mundial; a medio y largo plazo, se consolidó un nuevo orden económico internacional en el que el dólar mantuvo su papel central no por su convertibilidad en oro, sino por la fortaleza financiera, política y estratégica de Estados Unidos. Asimismo, esta transformación contribuyó a la inestabilidad económica de los años setenta, marcada por inflación, crisis energéticas y reajustes estructurales del capitalismo avanzado.
En suma, el documento es relevante porque recoge la justificación política de una decisión que transformó el orden económico internacional: la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro, que marcó el final del sistema monetario de posguerra y el inicio de un escenario dominado por mayor flexibilidad cambiaria y creciente financiarización.
Su proyección sobre el presente es evidente: el dólar continúa siendo la principal moneda de reserva y referencia en los mercados internacionales, aunque periódicamente surgen debates sobre su primacía, la diversificación de reservas y la estabilidad del sistema financiero global. En perspectiva de futuro, las tensiones geopolíticas, la digitalización monetaria y el peso creciente de otras economías plantean interrogantes sobre la arquitectura financiera internacional: ¿se reforzará el liderazgo del dólar o avanzaremos hacia un sistema más multipolar en el ámbito monetario?
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